Valores y psicología han sido términos presentes en la humanidad desde que esta adquirió prácticamente el hecho cultural. Los valores como aquellas grandes directrices que guían nuestra vida, esos caminos hacia los que tendemos, o hacia los que deberíamos tender aunque nunca lleguemos a alcanzarlos, parecen estar más lejos que nunca.
En una sociedad en la que la columna vertebral se erige a lo largo y ancho de cómo nos comportamos y vivimos en nuestra relación con las tecnologías tal vez una de las primeras dudas que nos podríamos plantear es donde están quedando los valores y qué hay a nivel psicológico de ellos en cada uno de nosotros.
Viéndolo a nivel global, el fenómeno no deja de ser hijo de su tiempo, es decir esa desafección general que podemos observar día a día se ve prácticamente en consulta en todas aquellas situaciones en las que aparecen los valores y percibo que el paciente, cuando se le cuestiona acerca de esto, en su gran mayoría, incluso independientemente de la edad o generación, presentan un desconocimiento muy preocupante de ello.
No deja de asombrarme que a la pregunta ,¿Cuáles son los valores en los que crees o aquellos que dirigen tu vida? la mayoría de personas contesta con un silencio prácticamente sepultado roto esporádicamente por aquellos que son capaces de nombrar al menos los valores universales de justicia, igualdad, equidad,lealtad etc.
Personalmente uno de los grandes fracasos en la adhesión a las terapias , bajo mi punto de vista va muy relacionado con este binomio entre valores y psicología, para comprenderlo mejor, podríamos decir que cuando no existen una serie de valores en los pacientes, un no saber muy bien hacia dónde encaminarme, pero sobre todo no saber qué guía mi vida.
Evidentemente no es estéril la relación que existe entre la inmediatez a la que nos ha sometido sobre todo el abuso de las redes sociales y de las nuevas tecnologías con esa carencia total y absoluta de algo que implica compromiso,constancia y más allá de todo esto coherencia.
Valores, la sociedad de la validación del yo.
Ese algo que se nutre de los valores anteriormente aludidos, entre otros muchos más, ese algo son exactamente los valores, esos caminos hacia los que tendíamos cuando desde desde nuestra infancia más temprana se nos había marcado en cierta medida el camino a seguir, entonces sí que existían y se materializaba en acciones, como debe ser, esos valores.
Pero claro con los nuevos tiempos y repito, si no determinados, muy muy condicionados por el abuso de las nuevas tecnologías en sus distintas formas y expresiones, nos hemos ido alejando poco a poco de aquellos caminos o valores que en las anteriores generaciones luchadoras como ninguna otra, se nos habían ido inculcando.
Poco a poco esa especie de psicología del pueblo, ha ido mutando, evolucionando o involucionando dependiendo de quién observe el fenómeno, de unos valores que requerían de esfuerzo compromiso y sacrificio a unos llamémosle pseudovalores que emergen justamente de todo lo contrario de la inmediatez del refuerzo.
Como adictos a cualquier sustancia, nos hemos convertido en una especie adicta a aquello que llamamos progreso y qué materializamos, día a día se ve en consulta, a través del abuso diario, en nuestra columna vertebral, las nuevas tecnologías.
Quien no sabe hacia dónde se dirige, acaba y dirigiéndose hacia lo que no sabe.
A la pregunta de si las máquinas o las inteligencias artificiales o como queramos llamarlo puedan llegar a gobernarnos, la respuesta es que tan sencilla como que si la unión hace la fuerza, la desunión o la cultura del yo y de la validación externa, probablemente consiga el fenómeno contrario.
Tal vez a nivel moral y ético estemos implementando un escenario ideal y para que puedan gobernarnos o tal vez incluso condicionarnos y dirigirnos, como sociedad sin grandes valores, ciertas inteligencias artificiales sí de hecho no lo están haciendo ya.
Como reflexión final tal vez se nos podría plantear el hecho de que existe una crisis importante de valores como el camino hacia el que he de tender o aquel ideal hacia el que aspiro, la gran pregunta hacia lo que nos aboca la situación actual es ¿ en qué medida aspiramos a crecer como sociedad?, ¿bajo qué circunstancias estamos desarrollándonos en la actualidad? , ¿ es posible crecer como seres humanos sin unas directrices hacia las cuales tender, es decir, podemos ser capaces de evolucionar ética y moralmente en una cultura cada vez más alejada de valores esenciales.